viernes, 8 de mayo de 2015

Entenderlos para vencerlos

Estado Islámico, crónica del horror
El Estado Islámico controla un territorio más grande que Reino Unido al que desde 2014 llegan miles de yihadistas de todo el mundo para enrolarse en sus filas
Poco a poco expanden su control con el genocidio como bandera, pero sus integrantes no son una mera colección de psicópatas
Constituyen un grupo religioso con creencias arraigadas. Esta es una investigación sobre su estrategia y los errores de Occidente a la hora de combatirlos.



Un miliciano kurdo dispara contra posiciones del Estado Islámico en Tell Tamer (Siria), el pasado febrero. / rodi said (reuters)

¿Qué es el Estado Islámico? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Y sus intenciones? La simplicidad de estas preguntas es engañosa. Pocos líderes occidentales parecen conocer las repuestas. “Ni siquiera entendemos el concepto”, reconocía el general Michael K. Nagata, jefe de operaciones especiales de Estados Unidos en Oriente Próximo, en unos comentarios confidenciales publicados por The New York Times en diciembre. En el último año, Barack Obama ha dicho del Estado Islámico que “no es islámico” y, en otras ocasiones, que es una filial de Al Qaeda, unas declaraciones que reflejan la confusión existente y que, tal vez, han llevado a cometer importantes errores estratégicos.
El Estado Islámico (EI) tomó la ciudad de Mosul (Irak) en junio de 2014 y ya controla un territorio más grande que Reino Unido. Abubaker al Bagdadi es su líder desde 2010, pero su imagen más reciente, hasta el pasado verano, era una fotografía borrosa de la época que estuvo preso en Camp Bucca, durante la ocupación norteamericana de Irak. Cuando el 5 de julio de 2014 subió al púlpito de la Gran Mezquita de Al Nuri, en Mosul, para autoproclamarse el primer califa en varias generaciones, pasó de la imagen borrosa a la alta resolución, y de guerrillero en busca y captura a jefe supremo de todos los musulmanes. Desde entonces no ha cesado el flujo de yihadistas de todo el mundo hacia el territorio controlado por el Estado Islámico.
Nuestra ignorancia sobre este movimiento es, en parte, comprensible: es un reino ermitaño y pocos de los que han ido hasta allí han vuelto. Al Bagdadi solo ha hablado ante las cámaras en una ocasión. Pero sus palabras, como todos los demás vídeos y encíclicas de propaganda del Estado Islámico, están en la Red, y los seguidores del califato han hecho enormes esfuerzos para que su proyecto se conozca: rechazan la paz por principio; tienen hambre de genocidio; su visión religiosa es totalmente incompatible con cierto tipo de cambios, que incluso podrían garantizar su supervivencia, y se considera a sí mismo un heraldo –y jugador fundamental– del inminente fin del mundo.
El Estado Islámico, también denominado Estado Islámico de Irak y al Sham (Daesh en árabe, ISIS en inglés), se guía por una corriente del islam con una peculiar concepción del camino hacia el Día del Juicio Final. Esta creencia condiciona su estrategia y puede ayudar a Occidente a conocer a su enemigo y predecir su comportamiento. Su ascenso al poder, más que parecerse al triunfo en Egipto de los Hermanos Musulmanes –a quienes el Estado Islámico considera apóstatas–, se asemeja a la materialización de una realidad alternativa y distópica, como si David Koresh o Jim Jones [líderes de dos de las sectas suicidas más conocidas del mundo] hubieran sobrevivido para dominar no a unos pocos cientos de adeptos, sino a ocho millones de personas.


Hemos malinterpretado la naturaleza del Estado Islámico en dos aspectos. En primer lugar, tendemos a pensar que el yihadismo es monolítico y aplicamos la lógica de Al Qaeda a una organización que la ha eclipsado de manera decisiva. Los partidarios del Estado Islámico entrevistados para este artículo todavía se refieren a Osama bin Laden como sheik Osama, “el jeque Osama”, un título honorífico. Pero el yihadismo ha evolucionado desde los tiempos del apogeo de Al Qaeda, entre 1998 y 2003, y muchos combatientes desprecian a sus líderes actuales y sus prioridades.
Bin Laden consideraba su actividad terrorista como el preludio de un califato que no esperaba ver en vida. Su organización era flexible y funcionaba como una red de células autónomas dispersas geográficamente. El Estado Islámico, por el contrario, necesita controlar un territorio para tener legitimidad, y una estructura vertical para gobernarlo.


Captura de un vídeo promocional con integrantes del Estado Islámico.

También nos ha llevado a error una campaña bien intencionada, pero deshonesta, para negar la naturaleza religiosa medieval del Estado Islámico. Peter Bergen, que publicó la primera entrevista con Bin Laden en 1997, tituló su libro Guerra Santa, S. A., en parte porque consideraba al líder yihadista como un producto del mundo laico y moderno. Bin Laden convirtió el terrorismo en una empresa y creó franquicias. Exigía concesiones políticas concretas, como la retirada de las fuerzas estadounidenses de Arabia Saudí. Su infantería se movía a sus anchas por el mundo moderno: en su último día de vida, Mohamed Atta hizo compras en Walmart y comió en Pizza Hut.
Es tentador encajar al Estado Islámico en esta percepción y considerar a los yihadistas como personajes laicos y modernos, con preocupaciones políticas modernas y con un disfraz religioso. Pero lo cierto es que muchas de las cosas que hace la organización parecen absurdas salvo si se analizan desde la óptica de un compromiso sincero y meditado para hacer retroceder a la civilización actual al siglo VII y culminar con la llegada del Apocalipsis.
Los portavoces más elocuentes de esta postura son los responsables y seguidores del Estado Islámico. Cuando se habla con ellos, se burlan de la modernidad e insisten en que no quieren –no pueden– apartarse de los preceptos del profeta Mahoma y sus colaboradores. Suelen utilizar códigos y alusiones que suenan extraños o anticuados a los no musulmanes y que remiten a tradiciones y textos concretos del primer islam.


La realidad es que el Estado Islámico es islámico. Muy islámico. Es innegable que ha atraído a psicópatas y aventureros, reclutados sobre todo entre las poblaciones desafectas de Oriente Próximo y Europa. Pero la religión que predican sus seguidores más fervientes deriva de unas interpretaciones coherentes e incluso eruditas del islam. Prácticamente todas las decisiones importantes y las leyes promulgadas por el Estado Islámico se atienen de forma puntillosa a lo que en sus comunicados, pronunciamientos, carteles, membretes y monedas se denomina “la metodología profética”, es decir, la profecía y el ejemplo de Mahoma. Puede que los musulmanes rechacen el Estado Islámico; la mayoría lo hace. Pero el empeño en decir que no es un grupo religioso y milenarista, con una teología que debemos comprender para poder combatirla, ha llevado ya a Estados Unidos a infravalorarlo y respaldar planes insensatos para intentar acabar con su poder. Es necesario conocer la genealogía intelectual del Estado Islámico para que nuestra reacción no le fortalezca, sino que le empuje a inmolarse en su propio celo.


I. Devoción


El Estado Islámico hizo público en noviembre un vídeo que establecía sus orígenes en Bin Laden. Mencionaba como predecesor inmediato a Abu Musab al Zarqawi, el brutal jefe de Al Qaeda en Irak desde 2003 hasta su muerte en 2006, seguido de dos dirigentes antes de Al Bagdadi, el califa. Llamaba la atención la omisión de Aiman al Zawahiri, el cirujano egipcio que dirige hoy Al Qaeda. Al Zawahiri no ha jurado lealtad a Al Bagdadi y despierta un odio creciente entre los demás yihadistas. La división entre Al Qaeda y el Estado Islámico viene de muy atrás y ayuda a explicar, al menos en parte, la desmesura sanguinaria de este último grupo. Del lado de Al Zawahiri está un clérigo jordano, Abu Mohamed al Maqdisi, que se declara con cierta razón arquitecto intelectual de Al Qaeda y es el menos conocido de los jefes yihadistas. Al Maqdisi coincide con el Estado Islámico en la mayoría de los aspectos doctrinales. Ambos se identifican con el ala yihadista de una rama del sunismo llamada salafismo, de al salaf al salih, que en árabe quiere decir “devotos antepasados”. Esos antepasados son el Profeta y sus primeros seguidores, a los que los salafistas veneran e imitan porque los consideran modelos de comportamiento en la guerra, el vestir y la familia.
Al Maqdisi formó a Al Zarqawi, que fue a la guerra en Irak teniendo presentes los consejos del anciano. Sin embargo, con el tiempo, Al Zarqawi superó a su mentor en fanatismo y acabó recibiendo una reprimenda de él. Los motivos fueron la afición de Al Zarqawi a los espectáculos sanguinarios y, desde el punto de vista de la doctrina, su odio a otros musulmanes, hasta el punto de excomulgarlos y matarlos. Al Maqdisi escribió a su antiguo pupilo para decirle que debía tener cautela con el exceso de excomuniones (takfir) y que no debía “declarar que las personas son apóstatas porque han pecado”. La distinción entre apóstata y pecador puede parecer sutil, pero es un punto especialmente controvertido entre Al Qaeda y el Estado Islámico. Negar la santidad del Corán o las profecías de Mahoma es apostasía. Pero Al Zarqawi y el Estado engendrado por él opinan que hay muchos otros actos que pueden hacer que se expulse a un musulmán del islam.
Entre ellos, vender alcohol o drogas, llevar vestimenta occidental, afeitarse la barba, votar en unas elecciones –incluso por un candidato musulmán– y evitar calificar a otros de apóstatas. Ser chií, como lo son la mayoría de los árabes de Irak, también es un motivo, porque el Estado Islámico considera que el chiísmo es una innovación, e innovar aspectos del Corán es negar su perfección original. Eso significa condenar a muerte a alrededor de 200 millones de chiíes [rama del islam que supone entre el 10% y el 15% de los musulmanes de todo el mundo; el resto son prácticamente todos suníes]. Y también a los jefes de Estado de todos los países musulmanes, porque han situado las leyes hechas por el ser humano por encima de la sharía (ley islámica) al presentarse a unas elecciones o al hacer cumplir leyes no escritas por Dios.


Miembros del Cuerpo de Operaciones Especiales de Irak. Occidente se enfrenta al Estado Islámico a través de los kurdos e iraquíes en el campo de batalla y mediante ataques aéreos. / Alaa Al Marjani (Reuters)

Al seguir esta doctrina takfiri, el Estado Islámico asume el compromiso de purificar el mundo mediante el asesinato de un inmenso número de personas. La falta de informaciones objetivas impide conocer la verdadera dimensión de las matanzas que se están llevando a cabo en su territorio. Pero los comentarios en las redes sociales indican que las ejecuciones individuales son más o menos continuas, y cada pocas semanas las hay masivas. Las víctimas suelen ser sobre todo musulmanes “apóstatas”. Al parecer, los cristianos que no se resisten al nuevo Gobierno quedan exonerados de la ejecución automática. Al Bagdadi les permite vivir siempre que paguen un impuesto especial, llamado jizya, y reconozcan su sometimiento.


Hace siglos que terminaron las guerras de religión en Europa y que la gente dejó de morir en masa por arcanas disputas teológicas. Quizás eso explica la incredulidad de los occidentales ante las informaciones sobre las bases teológicas y las prácticas del Estado Islámico. Muchos se niegan a creer que esta organización sea tan devota como dice ser, o tan retrógrada o apocalíptica como sugieren sus acciones y declaraciones.
Su escepticismo es comprensible. Hasta hace no mucho, los occidentales que acusaban a los musulmanes de seguir ciegamente preceptos antiguos se granjeaban las críticas de algunos intelectuales –en particular, del difunto Edward Said– que señalaban que llamar “antiguos” a los musulmanes era, simplemente, otra forma de denigrarlos. En lugar de eso, nos decían estos académicos, debíamos fijarnos en el contexto en el que surgían esas ideas: países mal gobernados, costumbres sociales cambiantes, la humillación de vivir en unas tierras que solo se valoraban por el petróleo…
Sin estos factores es imposible tener una visión completa del ascenso del Estado Islámico. Pero centrarse solo en ellos y excluir la ideología es un reflejo de otro tipo de sesgo propio de Occidente: considerar que si la religión no tiene importancia en Washington o Berlín, debe de ser igualmente irrelevante en Raqqa o Mosul. Pues bien, cuando un hombre enmascarado grita “Allahu Akbar” [Alá es el más grande] mientras decapita con un cuchillo a un apóstata, a veces lo hace por motivos religiosos.
Muchas organizaciones musulmanas afirman que las prácticas del Estado Islámico son antiislámicas. Es tranquilizador saber que la mayoría de los musulmanes no tiene el más mínimo interés en sustituir las películas de Hollywood por vídeos de ejecuciones públicas para pasar un rato entretenido después de la cena. Ahora bien, los musulmanes que llaman antiislámico al Estado Islámico, explica el profesor de Princeton Bernard Haykel, el mayor experto en la teología de esa organización, “están avergonzados y son políticamente correctos, y tienen una visión edulcorada de su propia religión” que olvida “las exigencias históricas y legales de su fe”. Según Haykel, las filas del Estado Islámico están impregnadas de fuerza religiosa. Las citas del Corán son constantes. “Hasta los soldados rasos las sueltan sin parar”, asegura. “Posan delante de las cámaras y repiten las doctrinas como fórmulas”. En su opinión, las afirmaciones de que el Estado Islámico ha tergiversado los textos del islam son absurdas. “La gente quiere absolver al islam”, dice. “Es ese mantra de que el islam es una religión de paz. ¡Como si existiera una cosa llamada islam! El islam es lo que hacen los musulmanes, cómo interpretan los textos”. Todos los suníes comparten esos textos, no solo el Estado Islámico. “Y estos individuos tienen tanta legitimidad como cualquier otro” para desentrañarlos.
Todos los musulmanes reconocen que las primeras conquistas de Mahoma no fueron un asunto aseado. Las leyes de la guerra transmitidas tanto al Corán como a otras narraciones sobre el Profeta eran la respuesta a una época turbulenta y violenta. En opinión de Haykel, los combatientes del Estado Islámico han retrocedido al primer islam y reproducen al pie de la letra sus normas bélicas. Entre ellas se incluyen varias prácticas que los musulmanes contemporáneos prefieren no reconocer como parte de sus textos sagrados. “No son unos [yihadistas] enloquecidos que manipulan la tradición medieval para justificar la esclavitud, la crucifixión y las decapitaciones”, dice Haykel. Son soldados que “se sitúan en el corazón de la tradición medieval y la aplican sin fisuras en el presente”.

Los líderes del Estado Islámico creen que emular a Mahoma es su deber y han revivido tradiciones que llevaban cientos de años olvidadas. “Lo asombroso no es solo que las apliquen de forma tan literal, sino la seriedad con la que leen los textos”, explica Haykel. “Muestran una minuciosidad y una obsesión poco habituales entre los musulmanes”.

Al Qaeda nunca habló de recuperar la esclavitud. ¿Por qué lo iba a hacer? Quizá no planteó la cuestión por razones estratégicas, para evitar perder apoyo entre la opinión pública. Cuando el Estado Islámico empezó a esclavizar a gente, se escandalizaron incluso algunos de sus seguidores. Aun así, el califato sigue utilizando la esclavitud y la crucifixión sin inmutarse. “Conquistaremos vuestra Roma, romperemos vuestras cruces y esclavizaremos a vuestras mujeres”, prometió Abu Mohamed al Adnani, su portavoz principal, en uno de sus mensajes de amor a Occidente.


II. Territorio


Se cree que al califato han llegado decenas de miles de musulmanes. Los reclutas proceden de Francia, Reino Unido, Bélgica, Alemania, Holanda, Australia, Indonesia y Estados Unidos, entre otros países. Muchos van a luchar; muchos tienen la intención de morir. Internet se ha convertido en un instrumento esencial para difundir su propaganda y asegurarse de que los neófitos saben qué deben creer, según explica Peter R. Neumann, catedrático del King’s College de Londres. Además, el reclutamiento en la Red ha ampliado las estadísticas demográficas de la comunidad yihadista, al permitir que mujeres musulmanas conservadoras, aisladas físicamente en sus hogares, entren en contacto con los captadores, se radicalicen y se organicen para llegar a Siria. Con su capacidad de atraer tanto a hombres como a mujeres, el Estado Islámico confía en construir una sociedad completa.
En Australia vive una de las “nuevas autoridades espirituales” más importantes que guían a los extranjeros que se incorporan al Estado Islámico. Se trata de Musa Cerantonio, un hombre de 30 años que durante tres años fue telepredicador en Iqraa TV, en El Cairo, pero se marchó cuando la cadena se opuso a sus constantes llamamientos a establecer un califato. Hoy predica en Facebook y Twitter. Las autoridades le han retirado el pasaporte y no puede moverse de Melbourne. Cerantonio procede de una familia mitad italiana, mitad irlandesa, y es un hombre amigable y educado. Dice que palidece al ver los vídeos de decapitaciones. Odia la violencia, pese a que los partidarios del Estado Islámico tienen la obligación de apoyarla.
El califato, según Cerantonio, no es una mera entidad política, sino también un vehículo de salvación. La propaganda del Estado Islámico informa periódicamente de las promesas de baya’a (lealtad) que llegan de grupos yihadistas de todo el mundo musulmán. El musulmán que reconoce a un solo dios omnipotente y reza, pero muere sin haber jurado lealtad a un califa legítimo ni haber cumplido las obligaciones de dicho juramento, no ha vivido una vida plenamente islámica. ¿No es ese el caso de la mayoría de los musulmanes de la historia? Cerantonio asiente: “Yo digo incluso que el islam ha sido reestablecido” con Al Bagdadi.

Dejar que el EI se desangre parece ser la menos mala de las opciones militares
Cerantonio, como muchos seguidores del Estado Islámico, no reconoce la legitimidad del anterior califato: el Imperio Otomano, que alcanzó su apogeo en el siglo XVI y luego experimentó un largo declive, hasta que el fundador de la República de Turquía, Mustafá Kemal Atatürk, lo remató en 1924. Lo rechazan por dos motivos: no hacía respetar plenamente la ley islámica y sus califas no eran descendientes de la tribu del Profeta, los quraish. Para ser califa, según los requisitos del código suní, hay que ser hombre, adulto, musulmán, de linaje quraish; dar muestras de honradez moral e integridad física y mental, y poseer autoridad (amr). Este último criterio es el más difícil de cumplir: requiere que el califa disponga de un territorio en el que imponer la ley islámica.
En teoría, todos los musulmanes tienen la obligación de emigrar al califato. Después del sermón de Al Bagdadi en julio, empezó a llegar a Siria una avalancha diaria de yihadistas. Estaban más motivados que nunca. Como Anjem Choudary, Abu Baraa y Abdul Muhid. Viven en Londres y están deseando emigrar al Estado Islámico. Pero las autoridades han confiscado sus pasaportes.


III. El Apocalipsis


El Estado Islámico se distingue del resto de los grupos yihadistas porque se considera un personaje central del guion de Dios. Tiene sus preocupaciones mundanas (incluidos la recogida de basuras y el suministro de agua potable en las zonas que controla), pero su razón de ser es, por encima de todo, el Fin de los Tiempos. Bin Laden no solía mencionar el Apocalipsis y, cuando lo hacía, parecía contar con que ese glorioso momento de ajuste de cuentas divino llegaría mucho después de su muerte. En cambio, los fundadores del Estado Islámico ven signos claros del fin del mundo desde los últimos años de la ocupación estadounidense de Irak.
Rodeada de cultivos, la ciudad siria de Dabiq, cerca de Alepo, es clave. Según el Profeta, allí es donde se librará la gran batalla entre los ejércitos de Roma y las fuerzas del islam. Dabiq será el Waterloo de Roma. Tras apoderarse de la ciudad, el Estado Islámico aguarda la llegada del ejército enemigo, cuya derrota iniciará la cuenta atrás hacia el Apocalipsis. En los vídeos del Estado Islámico, los medios occidentales suelen pasar por alto las referencias a Dabiq, mientras que dedican toda su atención a las horripilantes escenas de decapitaciones.
La narración del Profeta que predice la batalla de Dabiq identifica al enemigo con Roma. Quién es Roma es materia de debate. Cerantonio dice que Roma representa el Imperio Romano de Oriente, que tenía su capital en lo que hoy es Estambul. Otras voces del Estado Islámico sugieren que Roma puede ser cualquier ejército infiel, y Estados Unidos sirve perfectamente.


IV. La lucha


La pureza ideológica del Estado Islámico tiene una virtud: nos permite predecir algunas de sus acciones. Bin Laden era poco predecible. En cambio, el Estado Islámico presume abiertamente de sus planes; no de todos, pero sí los suficientes como para deducir cómo quiere gobernar y expandirse.
En Londres, Choudary y sus alumnos explican con detalle cómo debe ser la política exterior del califato. Ha emprendido ya la llamada yihad ofensiva, la expansión por la fuerza a países gobernados por no musulmanes. “Hasta ahora nos limitábamos a defendernos”, según Choudary; sin un califato, la yihad ofensiva es un concepto imposible de aplicar. En cambio, librar una guerra para expandir el territorio es un deber esencial del califa.
La ley islámica solo autoriza tratados de paz provisionales, que no estén en vigor más de 10 años, según Abu Baraa, el colega de Choudary. Del mismo modo, las fronteras son anatema, tal como declaró el Profeta y repiten los vídeos del Estado Islámico. El califa debe hacer la yihad al menos una vez al año.
El sistema internacional moderno, nacido en 1648 del Tratado de Paz de Westfalia, se basa en que cada Estado reconozca las fronteras, aun a regañadientes. Para el Estado Islámico, ese reconocimiento es un suicidio ideológico. Otros grupos islamistas, como los Hermanos Musulmanes y Hamás, han sucumbido a los halagos de la democracia y la posibilidad de una invitación a formar parte de la comunidad de naciones, incluso con un sitio en la ONU. La negociación y las concesiones también les han sido útiles en ocasiones a los talibanes.
Las ambiciones del Estado Islámico y sus planes estratégicos eran evidentes en sus declaraciones y en las redes sociales ya en 2011, cuando no era más que uno de tantos grupos terroristas en Siria e Irak y todavía no había cometido atrocidades en masa. Si hubiéramos identificado desde el principio sus intenciones, y comprendido que el vacío de poder en Siria e Irak les daría un amplio margen de actuación, habríamos podido, por lo menos, presionar a Irak para que llegara a acuerdos con la minoría suní y reforzara su frontera con Siria. Eso al menos habría evitado el efecto multiplicador y propagandístico de la declaración del califato. Sin embargo, hace poco más de un año, Obama declaró a The New Yorker que, en su opinión, el EI era el socio débil de Al Qaeda. “Si un equipo filial se pone la camiseta de los Lakers, eso no les convierte en Kobe Bryant”, dijo. El no haber detectado la división entre el Estado Islámico y Al Qaeda ni sus divergencias ha llevado a decisiones peligrosas. Por ejemplo, los intentos por parte de Washington de que Al Maqdisi, líder de Al Qaeda, intercediera ante Turki al Binali, antiguo discípulo suyo y hoy ideólogo del Estado Islámico, para salvar la vida de Peter Kassig. El cooperante fue decapitado en noviembre. Su muerte fue una tragedia, pero más trágico habría sido el éxito del plan. Una reconciliación entre Al Maqdisi y Al Binali habría empezado a acercar a las dos principales organizaciones yihadistas del mundo.
Occidente se enfrenta ahora al Estado Islámico a través de los kurdos y los iraquíes en el campo de batalla y mediante ataques aéreos. Estas estrategias no han desplazado al EI de todas sus posesiones territoriales, aunque sí han impedido el ataque a Bagdad y Erbil y las matanzas de chiíes y kurdos en las dos ciudades. Algunos observadores han pedido una intervención directa, con el despliegue de decenas de miles de soldados estadounidenses. No conviene desechar estos llamamientos demasiado deprisa: se trata de una organización declaradamente genocida que comete atrocidades diarias en el territorio bajo su control.


Imagen de un vídeo difundido en abril en el que un afiliado al Estado Islámico empuña un martillo durante la demolición de la ciudad asiria de Nimrod (30 kilómetros al sureste de Mosul) perpetrada el pasado marzo.
Una forma de deshacer el embrujo que el Estado Islámico ejerce sobre sus seguidores sería dominarlo militarmente y ocupar los territorios de Siria e Irak que hoy se encuentran bajo su poder. Al Qaeda es imposible de erradicar porque puede sobrevivir como las cucarachas, bajo tierra. El Estado Islámico, no. Si pierde el territorio, dejará de ser un califato. Los califatos no pueden existir como movimientos clandestinos, porque la autoridad territorial es un requisito indispensable: si se les arrebata, los juramentos de lealtad dejarán de ser vinculantes. Los antiguos fieles podrían seguir atacando a Occidente y decapitando a los enemigos por su cuenta, desde luego. Pero el valor propagandístico del califato desaparecería, y con él, el supuesto deber religioso de viajar allí para ponerse a su servicio.
Sin embargo, los peligros que supone una escalada del conflicto son inmensos. El mayor partidario de una invasión estadounidense es el propio Estado Islámico. Es evidente que los vídeos en los que un verdugo encapuchado se dirige a Obama por su nombre pretenden arrastrar a Estados Unidos a la lucha. Una invasión sería una gran victoria propagandística para los yihadistas de todo el mundo y ayudaría a reclutar más gente. Además, Washington se resiste porque es consciente de los malos resultados que ha cosechado en campañas anteriores. Al fin y al cabo, el ascenso del Estado Islámico se produjo porque la ocupación norteamericana creó un espacio para Al Zarqawi y sus seguidores.


¿Quién sabe qué consecuencias tendría otro fracaso?


Dado todo lo que se sabe del Estado Islámico, seguir desangrándolo poco a poco, con ataques aéreos y guerras con terceros, parece la menos mala de las opciones militares. Ni los kurdos ni los chiíes van a poder controlar todo el territorio suní en Siria e Irak; allí les odian, y en cualquier caso no tienen ganas de una aventura de ese tipo. Pero lo que sí pueden hacer es impedir que el Estado Islámico cumpla su deber de expandirse. Sin conseguir ese objetivo, el califato no será el Estado conquistador del profeta Mahoma, sino otro Gobierno más de Oriente Próximo incapaz de llevar la prosperidad a su pueblo.
El coste humano de la existencia del Estado Islámico es terrible. Pero la amenaza que representa para Estados Unidos es menor que Al Qaeda. El núcleo de este último grupo está obsesionado con el “enemigo lejano” (Occidente). Pero en general lo que interesa a los yihadistas es su entorno. El Estado Islámico ve enemigos en todas partes y, aunque sus dirigentes aborrecen a Estados Unidos, la aplicación de la sharía en el califato y la expansión a las regiones vecinas son sus prioridades.
Los combatientes extranjeros (con sus esposas e hijos) viajan al califato con billetes de ida: quieren vivir bajo la auténtica sharía, y muchos desean ser mártires. Algunos lobos solitarios que apoyan el Estado Islámico han atacado objetivos occidentales, y habrá más atentados. Pero los terroristas, en su mayoría, son aficionados frustrados, que no han podido viajar al califato porque les han confiscado el pasaporte. Aunque el Estado Islámico celebre estos atentados, todavía no ha planeado ni financiado ninguno. (El ataque contra Charlie Hebdo, en enero en París, fue fundamentalmente una operación de Al Qaeda).
Contenido de forma adecuada, lo más probable es que el Estado Islámico se busque su propia ruina. Ningún país es aliado suyo. El territorio que controla, aunque vasto, está deshabitado en su mayor parte y es muy pobre. A medida que deje de expandirse o incluso se reduzca, su afirmación de que es el instrumento de la voluntad divina y el agente del Apocalipsis perderá fuerza y llegarán menos creyentes. Y cuando se filtren cada vez más informaciones sobre la mísera situación interna, otros movimientos islamistas radicales sufrirán el descrédito: nadie se ha esforzado tanto en implantar estrictamente la sharía por medios violentos. Y este es el resultado. No obstante, es poco probable que la muerte del Estado Islámico sea rápida.


V. Disuasión


Sería fácil, incluso exculpatorio, decir que el problema del Estado Islámico es “un problema con el islam”. Sin embargo, limitarse a acusar al califato de antiislámico puede ser contraproducente, sobre todo si quienes reciben el mensaje han leído los textos sagrados y han visto que muchas de las prácticas del califato quedan refrendadas en ellos.
Los musulmanes pueden alegar que ni la esclavitud ni la crucifixión son hoy legítimas. Muchos lo dicen. Pero no pueden condenar la esclavitud ni la crucifixión sin contradecir al Corán y el ejemplo del Profeta.
La ideología del Estado Islámico ejerce una poderosa influencia sobre cierto sector de la población. Musa Cerantonio y los salafistas de Londres son inasequibles al desaliento: ninguna pregunta les hace titubear. Hasta es posible pasarlo bien con ellos, y eso es lo que da más miedo. Al reseñar Mein Kampf en marzo de 1940, George Orwell confesó que no había podido “nunca sentir antipatía por Hitler”; algo en él que despertaba la compasión por el perdedor, incluso aunque sus objetivos fueran cobardes u odiosos. “Si estuviera matando un ratón, sabría hacer creer que era un dragón”.
Con los partidarios del Estado Islámico sucede algo parecido. Creen que están involucrados en unas luchas que rebasan con mucho sus propias vidas, y que el mero hecho de participar en ese drama, y en el bando de los justos, es un privilegio y un placer.
Que el Estado Islámico considere como dogma el cumplimiento de profecías define el ánimo de nuestro rival. No hay que menospreciar su atractivo intelectual y religioso. Se puede recurrir a herramientas ideológicas para hacer ver a los conversos potenciales que el mensaje del grupo es falso. Y las herramientas militares pueden limitar sus horrores. Poco más puede hacerse ante una organización tan inmune a la persuasión como esta. Y la guerra posiblemente será larga, aunque no dure hasta el fin de los tiempos.


© 2015 ‘The Atlantic’. Publicado en ‘The Atlantic’. Distributed by Tribune Content Agency, LLC. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

domingo, 7 de abril de 2013

Al Mazak 1

Junto a 580 efectivos del Ejército Afgano (ANA) y las Fuerzas Nacionales de Seguridad afganas (ANSF) y otras fuerzas de la coalición internacional de ISAF de la OTAN, 165 militares españoles participaron esta semana en una operación especial con el objetivo de reducir la capacidad de la insurgencia afgana en el sur del valle del Murgab, en la provincia afgana de Badghis, informaron ayer fuentes del Ministerio de Defensa.
Bajo el nombre de «Al Mazak 1», la operación combinada tuvo lugar entre el miércoles y el viernes pasados para llevar a cabo una serie de acciones que comprendieron desde la entrega de ayuda humanitaria con sus unidades de colaboración cívico-militar, hasta el avance a zonas controladas por la insurgencia, al norte de Darra-I-Bum.
Se trata de una de las zonas más relacionadas con la insurgencia, y a la que se accede desde la localidad de Darra-I-Bum, donde las fuerzas españolas tenían hasta el año pasado el puesto avanzado de combate «Hernán Cortes».
«Este operativo demuestra como el Ejército afgano ha pasado, en sólo unos pocos meses, de sufrir hostigamientos a liderar acciones contra la insurgencia. Ello incluso en territorios en los que anteriormente no había actuado, por estar controlados por la insurgencia, como las zonas al norte y sur del valle de Murgab», subrayan las fuentes de Defensa.
El contingente de 165 militares españoles estaba formado principalmente por la compañía «TF Azor 23», que el pasado jueves sufrió un hostigamiento sin que resultara herido alguno. «En estas acciones, las fuerzas españolas que estaban apoyando el movimiento de las fuerzas afganas en la zona de Sapuzai, al sur de la ruta OPAL, mantuvieron un combate con la insurgencia, donde respondieron al hostigamiento recibido con fuego de las armas propias de la compañía "TF Azor 23", entre otras, un mortero embarcado y ametralladoras medias y pesadas».

El peligroso valle de Piwar

En el tercer y último día de operación, las fuerzas afganas progresaron por el peligroso valle de Piwar, reducto insurgente que no había registrado presencia de las Fuerzas de Seguridad afganas anteriormente. En la operación se han producido seis bajas entre la insurgencia, capturándose tres prisioneros, informaron desde el Ministerio de Defensa.
«El contingente español en Afganistán apoyó las operaciones, permitiendo que las propias fuerzas afganas llevaran la iniciativa, en un último paso de transferencia de la responsabilidad en materia de seguridad». En la operación «Al Mazak 1» participaron los vehículos especiales «Husky» adquiridos recientemente por el Ejército de Tierra español con el objetivo de afianzar el paso de los convoyes en tareas de desminado.
Fuente: Abc

domingo, 26 de febrero de 2012

Drones en Galicia

Según informa el Confidencial Digital, el secretario de Defensa norteamericano  habría comunicado al ministro de Defensa español, Pedro Morenés, durante la última cumbre de ministros de Defensa de la OTAN, el interés de Estados Unidos por ubicar una importante base de aviones no tripulados en España, mostrando para tal ubicación dentro del territorio nacional su preferencia por Galicia. Más aún, según  CD, la ubicación que maneja el Pentágono es la del aeródromo de Trasmiras, en Orense. El motivo sería trasladar a España la actual base norteamericana para este tipo de aeronaves que se ubica en la localidad italiana de Sigonella, donde, aparentemente, se acusan demasiados problemas por la congestión del espacio aéreo en la zona.
Recientemente se confirmaba que la OTAN gastará en los próximos años más de 3.000 millones de euros en comprar y operar cinco aviones espía no tripulados Global Hawk, fabricado por la compañía estadounidense Northrop Grumman,  desde la base de Sigonella y que serán utilizados en un programa de vigilancia terrestre. El proyecto tiene como objetivo ofrecer a los responsables militares una imagen global de la situación sobre el terreno obtenida a gran altura e independientemente de las condiciones meteorológicas y de luz.
La OTAN, que lleva dos décadas trabajando en su desarrollo, encontró durante años grandes dificultades para financiar la iniciativa y logró finalmente un acuerdo al respecto la pasada semana. Aunque aún está pendiente de formalidades, se prevé que todos los contratos se firmen antes del verano, siendo 13  los países que se harán cargo de la compra de los cinco Global Hawk: Bulgaria, República Checa, Estonia, Alemania, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia y Estados Unidos.
Se estima que los aparatos y toda una serie de infraestructuras necesarias para que puedan operar tendrán un coste de algo más de 1.000 millones de euros. Aunque sólo trece países pagarán por la compra de los aviones, éstos serán puestos a disposición del conjunto de la Alianza, así, los gastos de operar el sistema de vigilancia correrán a cargo de los 28 miembros de la OTAN. Se calcula que éste costará al menos 2.000 millones de euros durante los próximos 20 años.
La OTAN planea que los primeros “drones” comiencen a operar en 2015, pero el sistema no tendrá “capacidad plena” hasta 2017. El programa, denominado Alliance Ground Surveillance (AGS), complementará al sistema AWACS de vigilancia aérea con el que ya cuenta la Alianza Atlántica. Por su parte, Estados Unidos  cuenta hoy  con varios centros neurálgicos para las operaciones con este tipo de aviones. Dos de ellos están en Estados Unidos ( en Edwards y Maryland), otro en Qatar (Doha), otro en la Isla de Guam (en el Pacífico) y otro en la congestionada Sigonella.
Defensa.com

viernes, 23 de diciembre de 2011

Nosotros tenemos que hacer puntería, ellos solo tenían que apuntar a la base

En Afganistán el único paso que no mata es el que ya has dado", cuenta un soldado español que participó en la misión. Legías, paracas, cazadores de montaña... Los soldados de Infantería son la primera línea del Ejército español, los que con frecuencia recorren el terreno lejos de la protección de las bases más grandes, como Herat o Qala i Naw. "De misión de paz nada. Allí vas a matar y a que no te maten". Los ojos azules de Ángel (nombre ficticio) se emocionan cuando habla de su trabajo: "Yo puedo contar cómo es esa guerra. He estado en las bases avanzadas pegando tiros. Más allá de eso no hay nada". A unos kilómetros de una de esas bases, en Ludina, en la provincia de Badghis, murió el pasado 6 de noviembre el sargento primero Joaquín Moya Espejo. La última de las 97 bajas que ha sufrido el Ejército español en la misión de Afganistán.


La hostilidad contra las tropas españolas se multiplicó desde que desplegaron destacamentos a lo largo de las dos rutas que recorren la provincia rumbo a Bala Murghab en el norte, la zona más peligrosa de la región. Sang Atesh, Ludina, Moqur o Darra i Bum son los nombres de algunas de las bases españolas en zonas de dominio talibán. Son los destinos más mortíferos: después de los accidentes aéreos del Yak-42 y el Cougar, que causaron 79 víctimas mortales, la mayor parte de las bajas sufridas por el Ejército español han sido en las misiones de los destacamentos en las bases avanzadas.


Durante las estancias en estos puestos avanzados los tiros se convertían en rutina. Tras días viviendo entre sacos terreros, los soldados se habitúan a oír los disparos que restallan a 700 u 800 metros. Es el sonido de la guerra. Desde su puesto, Ángel se acostumbró a buscar el blanco en el fogueo de los Kaláshnikov: "Tenemos una ladera y no sabemos de dónde vienen los tiros. De repente dejas de oírlos". Eso es todo. ¿Están muertos? ¿Se han ido? ¿Solo heridos? No recogen los cadáveres, así que nunca tienen la certeza de haber causado una baja. Aun así, Ángel reconoce que cuando dejaban de oírse los disparos solo tenía un pensamiento: "Me cargué a ese hijo puta. Uno menos".


Joaquín Moya Espejo no podrá pensarlo nunca más. Una bala se coló cerca de la axila, en una zona no protegida por el chaleco antifragmentos que llevaba. Las placas de cerámica que cubrían el pecho no sirvieron para evitar que un proyectil dejara a su hijo huérfano de padre. La bala era de un arma ligera, probablemente de Kaláshnikov. Es un fusil de asalto, diseñado en la Segunda Guerra Mundial, que heredaron de la ocupación soviética. Arcaico pero eficaz: las ventajas de armamento de los ejércitos occidentales se acortan sobre el terreno. Se sienten expuestos como marionetas en un teatro de títeres: "Nosotros tenemos que hacer puntería, ellos solo tenían que apuntar a la base". En uno de esos ataques demasiado cercanos lograron coger a dos talibanes. ¿Se alegraron en el cuartel? "Pregúntaselo al que no vuelve, o al que vuelve sin piernas: los hubiéramos preferido muertos".


Recuerda aquel día como un momento peligroso, pero sonríe. La adrenalina coloca y mata el aburrimiento. Lo peor de Afganistán es tener tiempo para pensar, para echar de menos. Los problemas familiares, la hipoteca, las crisis con la pareja, allí se viven como ultimátums. La batalla ahoga los problemas: "Lo único que piensas es en dónde está, para matarlo". Una droga que engancha. "Vamos a por él", se decía Ángel. "Olvidas tener miedo. Mientras estás allí disparando lo único que tienes en la cabeza es: ´A ver si pillo a ese cabrón, que mañana puede matar a un amigo".


Este militar no alcanza los 25 años, pero ya ha participado en las misiones españolas del Líbano, Kosovo y Afganistán. Él, como el resto de sus compañeros, solo accede a hablar sin nombre. Ni foto, ni lugares precisos, ni fechas. En un tablón de cuartel donde trabaja, cuelga un cartel con una advertencia: hablar sin autorización tiene una pena, el despido. Muchos piden que no se revele su nacionalidad o su edad exacta, nada que los identifique. "Mira, es que el castigo no es un arresto. Es que te largan. Y yo vivo de esto". El undécimo mandamiento del soldado: no hablarás con periodistas.


La misión afgana es un agujero informativo, pese a que el contingente español que lucha con las fuerzas de la OTAN (ISAF) es de 1.552 combatientes. Con medio millón de habitantes (similar a Cáceres), Badghis, la región controlada por España es una de las provincias menos atacadas por la insurgencia, que se hace fuerte al sur, en la zona limítrofe con Pakistán. Pero también es la más pobre. "En algunas partes de la provincia en las que estamos trabajando no quieren venir ni los afganos", cuenta por teléfono David Gervilla, el actual responsable de AECID, la agencia de española de cooperación y desarrollo que lleva a cabo los programas de reconstrucción de la provincia. Durante los cuatro o cinco meses que duran los relevos, la mayoría de los soldados españoles están destinados en la base aérea de Herat, que suministra a la zona oeste, o en Qala i Naw, la capital de Badghis, la región al noroeste del país que está bajo el control de España. "Estar allí es casi como en un hotel", bromea Ángel, que vivió sus estancias en Qala i Naw como unas vacaciones.


Las condiciones extremas del clima complican las cosas. En Afganistán hay dos ciclos, el de la naturaleza y el de la insurgencia, y uno mueve al otro. En el invierno el frío hace difícil moverse, hasta para los talibanes. Con el deshielo llegan los ataques y las tormentas de arena, que "convierten el día en noche" en cuestión de minutos. "Ves cómo la nube de arena se va comiendo las casas y tienes tres minutos para recogerlo todo antes de que engulla también tu refugio", recuerda impresionado Luis, soldado ecuatoriano destinado en Qala i Naw.

"No tenemos un Ejército capaz de mantener el número de enviados", dice Jorge Bravo, presidente de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME). Bravo no teme que se publique su nombre: "Ya he perdido el miedo". Militar en la reserva, lejos le quedan a este brigada los seis primeros años en el Ejército, cuando el conseguir un contrato fijo depende de los informes de los superiores. Tampoco le preocupa perder los complementos de dedicación especial. "La realidad es que allí se dispara. Matas y te hieren. Te hacen emboscadas, no ataques preventivos".



"El año 2014 queda demasiado lejos", afirma Bravo. Es la fecha que las fuerzas de la OTAN han pactado para culminar la retirada gradual de las tropas, aunque España comenzará a disminuir el número de soldados en Badghis a partir del verano de 2012, según anunció la semana pasada la ministra de Defensa en funciones, Carme Chacón.


Mientras la fecha llega, en Afganistán se juegan la vida. A medida que los sistemas de seguridad que llevan los ejércitos avanzan, la insurgencia aumenta la carga y neutraliza la ventaja defensiva. Los kaláshnikov marcan el compás de los ataques, pero la verdadera arma de la guerrilla es silenciosa. Son los explosivos improvisados (IED) los que convierten cualquier desplazamiento en una muerte potencial.

Los Lince y los RG-31 desfilan en los convoysde vehículos, son los dos modelos que Defensa compró en 2007 para jubilar los BMR. La mejora es notable, pero a la hora de la verdad todo es cuestión de suerte: "Mira, si te atacan con fusilería puedes defenderte. Pero si hay un IED... Eso no puedes verlo. Un día nos cogió uno que se activaba a distancia, pero [los talibanes] no calcularon bien. Los cogió por detrás, y el coche salió disparado unos metros, pero no pasó nada".



"Seamos sinceros, no somos los yanquis. Pero es que ellos casi pueden elegir vehículo y el arma con la que quieren tirar cada vez", dicen dos jóvenes que regresaron de Afganistán hace más de dos años. España invierte un 0,50% del PIB en Defensa; Estados Unidos, un 4,04%. "No nos podemos comparar con ellos, ni queremos: para lo que invierte nuestro país en defensa, no nos podemos quejar". Los americanos tienen zonas de responsabilidad más peligrosas, sin embargo el índice de mortalidad es proporcionalmente menor. Haciendo una cuenta simple, sin tener en cuenta las rotaciones de personal: con un destacamento actual de 100.000 hombres, el Ejército norteamericano ha sufrido 1.500 bajas desde que comenzó en 2001 la misión de combate como represalia por el atentado de las Torres Gemelas. Es decir, un porcentaje del 1,5%. En cambio, la milicia española, que aporta 1.500 enviados a la misión de reconstrucción de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, controlada por la OTAN desde 2003) por mandato de la ONU, ha perdido a 97 hombres: un 6,4%.


Algunos soldados españoles envidian el equipo de los estadounidenses, hasta el punto de que se compran material a través de páginas web americanas. Ángel explica que es una práctica bastante corriente entre sus compañeros, pero que el equipo comprado tienen que disimularlo o esconderlo cuando pasan revista, pues no es reglamentario. Él se ha comprado unas botas y varias fundas para los cargadores, pero ahora está pensando en adquirir un casco. "No sirve para pegar tiros", resume. Seguridad o movilidad es la disyuntiva que se repite siempre. Los cascos del Ministerio de Defensa español alargan la protección en la nuca, por lo que "al echar cuerpo a tierra y disparar se pierde toda la visibilidad". En más de una ocasión, Ángel eligió quitarse el casco pese al peligro: "Yo voy a Afganistán a pegar tiros, si tengo que elegir entre un casco que me cubra toda la nuca y disparar... Prefiero disparar".


Sobre la chimenea del salón de su casa, Vanesa tiene una vaina de 12,7 milímetros. Es de uno de los primeros cartuchos que disparó en Afganistán. Fumaba a escondidas de su superior, sabía que era un peligro y que incumplía una orden, pero son muchos los soldados que se las ingenian para callar el vicio. Caladas furtivas, el pitillo en un poto para que el fuego no los convierta en un blanco fácil. Mientras se refugiaba en la parte trasera del vehículo vio que algo brillaba. Se puso en alerta y tal vez eso le salvó la vida. Pronto empezaron los disparos. Vanesa es una mujer atractiva. Fuerte, pero pequeñita: "Nunca puedo cargar la [ametralladora]12.7 si no estoy en un momento eufórico. Es demasiado pesada para mí". Aquel día la cargó a la primera.
Es colombiana, cerca de los 30. De las cosas que más le marcaron de su estancia en el país fue la situación de las mujeres. "Tenía que enseñarles mi coleta para que vieran que soy mujer, pero ni así se calmaban. Nada más verte se arrodillaban. El castigo era terrible si las veían hablando con un soldado", recuerda Vanessa.


Ella entró en el Ejército como parte de ese 9% máximo de efectivos extranjeros que sirven a España. ¿Hipócrita luchar por un país que no es suyo? "Todo lo contrario, España me ha dado mucho más que Colombia". Pero el mito de los papeles pesa. Alfredo, boliviano, de poco más de 20 años, se metió al Ejército para conseguir la nacionalidad española, pero tal vez hubiera seguido el mismo camino de haber estado en Bolivia. Ni la cerveza logra relajar la firmeza de su mirada. La rectitud de la pose permanece intacta a lo largo de la entrevista, como si no supiera hacer nada más que ser soldado.


Le gustaría volver al país asiático antes del repliegue de las tropas en 2014. Ahora en España siente que cuando el peligro era real había mayor confianza por parte de los superiores: "En la batalla no hace falta que te digan lo que tienes que hacer, un buen soldado lo sabe. Allí la vida de quien está al mando depende de la tuya tanto como la tuya de él".


El objetivo final de la misión de paz es que las milicias den la seguridad necesaria para construir colegios, levantar hospitales y dar a los agricultores una alternativa al opio. Pero la realidad es que, en ocasiones, la corrupción no permite que el dinero invertido llege a la población y a menudo sienten el rechazo de los afganos. A veces les tiran piedras o se tapan la nariz a su paso para no respirar el mismo aire. "La gente espera más de los militares", afirma Salem Wahdat, el segundo de la Embajada afgana en Madrid. Es un enamorado de la lengua española y está convencido de que apreciarán el esfuerzo con el tiempo: "Van a decir gracias, al menos los afganos aprenderán a decir eso".


Los soldados son profesionales. Luchan por un salario, pero lo hacen con la bandera en el uniforme. ¿Se sienten los colores de España en el frente? "Sientes la vida de tu compañero, es o ellos o tú", dice Ángel. En medio están las balas. Reconocen que cuando aprietan el gatillo solo piensan en volver juntos a casa, pero creen que no se valora su gesto: "No soy un facha, soy un soldado. Me gustaría sentir más reconocimiento en España, sentir que voy a Afganistán y muero porque sirvo a mi gente".


Fuente: Suplemento 11 de diciembre de "El Pais"

jueves, 26 de mayo de 2011

Los militares se comen el Camiño Portugués



"Recorren el tramo Tui-Santiago en menos de 30 horas, y eso que mientras peregrinan compiten en duras pruebas de resistencia

Si alguien vio pasar a un peregrino a toda velocidad y observó que de pronto se lanzaba al agua para cruzar a nado el río Ulla, que no se preocupe. Ni fue una visión ni el individuo en cuestión estaba loco. Eran miembros de las Fuerzas Armadas, que participaron así en un concurso-peregrinación que consistía en llegar de Tui a Santiago en menos de 48 horas.

La Brilat de Pontevedra organizó un concurso en el que participaron 17 patrullas compuestas por un centenar de particulares. Doce de ellas pertenecían a la propia Brilat, mientras que tres eran del Ejército de Tierra, una de la Armada y otra, del Ejército del Aire. La prueba consistía en recorrer el Camiño Portugués, entre Tui y Santiago, en el menor tiempo posible, y además parándose a competir en todo tipo de pruebas físicas y de resistencia.

El recorrido topográfico, lanzamiento de granadas, tiro de precisión con fusil, una prueba de rápel, la llamada pista de aplicación, utilización de medios semipermanentes, un recorrido cronometrado y, por último, cruzar el río Ulla a nado, centraban las competiciones que la organización tenía reservada a los soldados.


Ayer, por ejemplo, esos militares sorprendieron a propios y extraños cuando se detuvieron en Pontecesures para echarse al agua y cruzar el río, hasta la orilla de Padrón, para desde allí seguir viaje hacia Compostela.

Ocurrió por la tarde, cuando resulta que los primeros, y por tanto los ganadores del concurso, ya habían llegado a la Catedral a las siete y media de la mañana.

¿Cómo David Meca?

Ver ayer a aquellos soldados nadar en el Ulla, con sus ropas dentro de una bolsa que tenían que arrastrar contra corriente, recordó a muchos la proeza del afamado nadador David Meca, que avanzó río arriba desde Vilagarcía hasta Pontecesures.


La diferencia es que Meca pudo hacerlo con toda la tranquilidad del mundo, mientras que estos soldados atravesaban solo una pequeña parte de un largo recorrido de competición y dureza que comenzaba cerca de la frontera portuguesa y llegada al corazón de Galicia.


Esos "monstruos" del Camiño Portugués se comieron este itinerario al trote, empleando algunos menos de 30 horas para llegar de Tui a Santiago, algo que a las personas "normales" puede costarles varios días, y eso que, como queda dicho, tuvieron que disputar variadas pruebas que les hicieron perder mucho tiempo.

"Espíritu de cohesión"

De este modo los organizadores del llamado Concurso de Patrullas trataron de "fomentar el espíritu de cohesión y reforzar la identidad colectiva de las fuerzas ligeras, haciendo extensivos los lazos de unión al resto de Ejércitos que componen las Fuerzas Armadas".


También se pretendía "dar a conocer el nombre de la Brilat, realizando un concurso que puso a prueba la dureza, la habilidad y resistencia de los participantes", y como tercer gran objetivo se perseguía "estrechar relaciones tanto en el ámbito militar como en el civil, dando la posibilidad a los participantes de obtener la Compostelana".


Para hoy, como acto de clausura, se anuncia la presencia de los soldados en la Praza do Obradoiro, donde realizarán una parada militar y asistirán a la misa del Peregrino para ganar el jubileo.


Fuente: Faro de Vigo

domingo, 20 de febrero de 2011

Sidi Ifni, la guerra oculta.

"Unos 8.000 jóvenes fueron a la guerra mientras realizaban el servicio militar
Sin formación y calzados con alpargatas estuvieron en primera línea de fuego
Desde hace más de una década luchan por que se les dignifique e indemnice
Franco intentó silenciar el conflicto y alejarlo de la opinión pública
"Un día nos mandaron formar y a unos cuantos nos hicieron voluntarios para ir a la guerra de Ifni-Sáhara", cuenta José Riatós, presidente de la Compañía Expedicionaria de Transmisiones número 4 en esa contienda, a la que aclara que acudió obligado y puntualiza que "lo de voluntarios era un eufemismo".

Con 22 años, mientras realizaba el servicio militar obligatorio, fue enviado al Sáhara en un barco que partió desde Barcelona y que fue recogiendo combatientes en Valencia, Melilla y otras ciudades durante el recorrido, hasta llegar a El Aaiún, donde les dividieron en dos grupos que tomarían posiciones en las dos provincias atacadas por el Ejército de Liberación Marroquí: Ifni y el Sáhara Occidental.

Como él, unos 8.000 jóvenes participaron en el conflicto de Ifni y Sáhara entre 1957 y 1959, mientras realizaban el servicio militar obligatorio. Ahora, más de 50 años después, algunos han acudido a la vía judicial para reclamar el reconocimiento que por ley les corresponde.

Sin entrenamiento previo, inexpertos y calzados con alpargatas, muchos se vieron de pronto en primera línea de fuego. "Al llegar nos encontramos con soldados que regresaban del frente. Uno de ellos solo llevaba puesto un trozo de camisa", explica Riatós al recordar el verano de 1958, cuando después de varios meses de enfrentamientos los muertos, heridos y desaparecidos ya se contaban por decenas.

La guerra oculta
La guerra de Ifni-Sáhara, que estalló el 23 de noviembre de 1957, enfrentó a las tropas españolas con el Ejército de Liberación Marroquí por el control de las colonias del Sáhara Occidental.

Según sus protagonistas fue "corta, dura y extraña", pues, aunque el asedio a la ciudad de Sidi Ifni duró hasta 1969, los hostigamientos directos, que se extendieron al Sáhara, apenas duraron varios meses.

Un tercio del territorio de la provincia de Ifni se cedió a Marruecos a los pocos días de empezar la guerra, por lo que el régimen de Franco intentó limitar la repercusión del conflicto y mantenerlo alejado de la opinión pública; no estaban dispuestos a airear una derrota.

Desde las asociaciones de veteranos aseguran que la guerra se saldó con 300 muertos y más de 500 heridos, y recalcan que entre los fallecidos se contabilizaron unos 100 desaparecidos, cuyos cuerpos aún no se han encontrado, a la par que remarcan que los que regresaron tuvieron que lidiar con las "secuelas psicológicas" del conflicto.

Adolfo Cano, presidente de la Asociación de veteranos de Ifni del Levante español, también participó en la guerra, aunque su experiencia comenzó un año antes, cuando aún nadie se imaginaba que el pacífico paisaje de la costa atlántica africana se iba a convertir en un polvoriento escenario de guerra.

Acudió a Ifni, por aquel entonces la provincia número 51 del Estado español, para hacer allí el servicio militar. "Era una aventura agradable, sentía curiosidad por conocer África, con su lengua, su música y su clima diferente", explica, pero, a los cinco meses de estar como recluta en la capital, Sidi Ifni, se desataron las refriegas a las afueras de la ciudad.

"Era tirador y en los combates llevábamos un tarbuch, una especie de gorro de color rojo, que era una diana para el enemigo", apunta Cano. "Además, disparábamos con un mosquetón al que había que apretarle tres veces el gatillo para que saliera la bala, combatíamos con armamento obsoleto de la Guerra Civil", asegura.

Reconocimiento nominal
Al regresar de la guerra, les concedieron la medalla de campaña de Ifni-Sáhara, aunque tenían que correr con los gastos de la insignia: "Me dieron la documentación como que me concedían la medalla, pero tenía que comprarla, cosa que no hice por dignidad", apunta Cano, al que sus compañeros le regalaron la medalla hace dos meses en reconocimiento a su labor al frente de la Asociación de Levante, que lleva en marcha 10 meses.

Otras asociaciones de veteranos de Ifni-Sáhara vienen reclamando desde hace más de una década que se reconozca su situación, se les dignifique y se les indemnice. Esta insistencia tuvo sus primeros frutos en 2007 con la aprobación de la Ley de Carrera Militar.

En la disposición final novena de esta ley se reconoce "la entrega y sacrificio de los que, cumpliendo el servicio militar obligatorio, estuvieron integrados en unidades expedicionarias de las Fuerzas Armadas destacadas en el territorio de Ifni-Sáhara y participaron en la campaña de los años 1957 a 1959".

Además, se precisa que se "elaborará un listado de participantes en la contienda para estudiar posteriormente ayudas nominales", aunque, tanto Cano como Riatós, coinciden en señalar que este listado en lugar de agilizar los trámites está retrasando el proceso.

"Se escudan en él para darnos largas", asegura Riatós y recuerda que 8.864 cajas, depositadas en el Registro Militar de Ávila, contienen los nombres y apellidos de los que participaron en la guerra de Ifni-Sáhara.

Búsqueda en los archivos
Una empresa externa ha sido la encargada de proceder a la catalogación, organización y descripción de fondos documentales de Ifni-Sáhara conservados en el Archivo Militar de Ávila por un importe de 325.917 euros.

El director del Archivo, el coronel Ruiz Abeijón, ha indicado que el listado ya se ha remitido al Ministerio de Defensa, al haberse finalizado el trabajo de catalogación el pasado 31 de diciembre de 2010 y ha precisado que 24.953 personas están incluidas en esa relación.

Lo que por el momento se desconoce es el número de los que tendrán derecho al "reconocimiento nominal" ligado al servicio militar obligatorio y reconocido en la Ley de Carrera Militar y cuántas habrían fallecido. Adolfo Cano asegura que no han recibido ninguna notificación en la que se les comunique que el listado ya está concluido.

Esperando a Defensa
Han pasado dos años desde que se aprobó la ley que reconoce a los veteranos de Ifni-Sáhara, por lo que el "estancamiento" del caso ha sido el detonante para que el asunto llegue a los tribunales. "Veíamos que iba pasando el tiempo y que los compañeros se iban muriendo, así que decidimos interponer en octubre una demanda ante la Audiencia Nacional", manifiesta Riatós.

La asociación que él preside reclama 36.000 euros por cada veterano, una cifra que se basa en la indemnización que reciben los soldados por heridas sufridas en misiones de paz. "Sabemos que no es comparable; una misión de paz ya lo dice la palabra, es de paz, y nosotros estuvimos en una guerra, pero hemos cogido este baremos como orientación".

Cano asegura que las medidas que ellos llevan a cabo están más enfocadas al reconocimiento moral y subraya que han escrito hasta cuatro cartas a la ministra de Defensa, Carme Chacón, reclamando soluciones e incluso se han dirigido al Rey para que interceda por ellos.

Su última misiva, dirigida a la Subsecretaría de Defensa, pretende aclarar el significado de ese "reconocimiento nominal" recogido en la Ley de Carrera Militar de 2007, a la vez que pide "celeridad" en los trámites, por la avanzada edad de los afectados, y un reconocimiento expreso de la mili "tan diferente" que miles de jóvenes tuvieron que realizar "con las armas en las manos".

Cano asegura que se conformarían con la dignificación de los que estuvieron en esa guerra y de los que tuvieron que aguantar el asedio a la ciudad de Sidi-Ifni hasta la cesión a Marruecos en 1969.

Para ello, reclama "un acto castrense en Valencia o Alicante", un "rancho de confraternidad con la tropa y oficiales" -como se llama en el argot militar- y un "diploma individual" para los combatientes, coincidiendo, además, con el 50 aniversario de la jura de bandera en Ifni de un grupo importante de asociados del 61." Fuente. El Mundo.

http://asociacionveteranosifnidelevante.blogspot.com/
http://www.avile.es/

sábado, 8 de enero de 2011

Condenados cuatro Guardias Civiles por torturar a los asesinos del atentado de la T-4

Hago un "copia y pega" del Blog http://juandeherat.blogspot.com, suscribo hasta la última coma.

"El 10 de diciembre de 1995, Mikel Otegi asesinó a los ertzainas Don Iñaki Mendiluce Etxebarria y Don José Luis González Villanueva de sendos disparos de escopeta en las proximidades de su caserío de Itsasondo (Guipúzcoa).

Otegi fue encarcelado y sometido a un juicio con jurado popular en San Sebastián, un juicio que estuvo rodeado de polémica desde el principio.

El 6 de marzo de 1997 el tribunal dictó una sentencia absolutoria por considerar que el acusado no era "en absoluto" dueño de sus actos cuando disparó contra los dos agentes.

Cinco días después de la absolución fue puesto en libertad.

El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ordenó a la Ertzaintza en los primeros días de julio de 1997 su localización y retirada del pasaporte y del DNI, pero para entonces Mikel Otegi había huido.

La Sala de lo Civil y Penal, el 7 de julio de 1997, le declaró prófugo y dictó una orden a Interpol de busca y captura.

El 22 de febrero de 2003 fue detenido por la policía francesa cuando se encontraba integrado en la eta...

Hoy, 30 de diciembre de 2010, un año después del asesinato de Don Diego Armando Estacio Sivisapa y Don Carlos Alonso Palate Sailema, cuatro guardias civiles han sido condenados por la Audiencia Provincial de Guipúzcoa como reos de sendos delitos de tortura.

La condena se fundamenta en que la versión de que las lesiones sufridas por los asesinos fueron causadas durante su detención es contradicha por Don Isidro Ropero Cuevas, testigo que, de forma voluntaria, compareció, primero, en el curso de la instrucción y, después, declarando en el plenario, donde detalló que, en la distancia (nunca a menos de veinte metros), presenció la detención y que ésta se produjo sin violencia alguna.

Interrogado reiteradamente sobre el motivo de su voluntaria intervención en el proceso, el Señor Ropero Cuevas dice que "... se debió a que escuchó las declaraciones del Ministro del interior Rubalcaba en diversos medios de comunicación, declaraciones que no se correspondían con la realidad, por lo que decidió intervenir, intervención espontánea no sin antes asesorarse a través de un abogado de la localidad. El abogado a quién recurrió era Jon Usabiaga, quién se había presentado por las listas de HB de la localidad de Mondragón...".

Un primo de de la esposa de Don Isidro Ropero Cuevas es miembro de eta.

"No vio el momento exacto en el que metieron a los dos jóvenes en los vehículos patrols, pero pensó que así era, porque sí vio el instante en el que tras ponerles los grilletes, los llevaban hacia los vehículos. Tras pedirle la documentación, se acercó hacia arriba, hacia el lugar donde se estaba produciendo la detención, y estuvo a menos de veinte menos del lugar, viendo desde la distancia el incidente".

"Llamó por teléfono al diario abertazale (sic.) Gara, y habló con alguien del periódico, justo después de salir del Juzgado de Bergara en el que realizó una primera comparecencia personal. No pudo describir el contenido de lo que había envuelto dentro del papel de celofán porque no lo vio y en ningún momento pensó que fueran revólveres".

Los informes forenses de la Clínica Médico-Forense de San Sebastián prevalecen sobre los de los peritos de la defensa, Doctores Villanueva y Resines.

Estamos de enhorabuena.

Desde aquí no cabe sino felicitar tanto a los más que competentes forenses donostiarras como al ejemplar ciudadano euskaldún que, desde la distancia, paseando al perro, ojo avizor, contempla, y después de asesorarse a través de un abogado de herri batasuna, decide colaborar modélicamente con la Justicia.

No hay motivo para dudar ni de su credibilidad -¿quién en Euskadi no tiene un primo político metido en la eta?- ni de la verosimilitud de sus testimonio, corroborado precisamente por el de los dos asesinos etarras.

Además, el Señor Ropero Cuevas persitió tanto en su versión que hasta llamó al diario Gara nada más salir del Juzgado para que allí supieran lo que había dicho ante el Juez.

Recapitulo :

El punto de partida es la detención de dos ciudadanos, después condenados por asesinato y estragos.

Cuando son examinados por el médico forense presentan lesiones.

La de uno de ellos es de relativa gravedad: tiene una costilla rota.

Los policías dicen que esas lesiones se producen al resistir la detención.

Los detenidos denuncian haber sido torturados.

Tiempo después aparece ante el juez un tercer ciudadano que dice haber sido testigo de la detención.

Acude ante su señoría tras haber sido asesorado por un abogado que fue miembro de HB.

Inmediatamente después de declarar en el juzgado, llama al diario gara para contarles que ha declarado y lo que ha declarado.

No aporta detalles, no reconoce la cara de los policias, porque no se acerca a menos de 20 metros de donde la detención sucede.

Sólo dice que la detención no fue violenta.

El testigo tiene un primo político que es miembro de la misma banda de la que los detenidos forman parte.

Los forenses, médicos de San Sebastián, dicen que las lesiones sufridas "no son compatibles" con la versión de la detención que dan los policías.

Los policías aportan como pericial dos informes médicos, de facultativos de reconocido prestigio, que dicen que sí son compatibles.

El tribunal cree la versión de los detenidos, corroborada por el testigo-ojo de halcón y por los forenses donostiarras...

Celebremos, una vez más, el triunfo de la Verdad, deseando a todos los que creen en la Libertad un feliz año 2011.

Muchas gracias.

Y el que me quiera entender, que me entienda. "

sábado, 25 de diciembre de 2010

Mensaje de Navidad su Majestad el Rey


«¡Buenas noches! Quiero que mis primeras palabras sean para transmitir de corazón a todos los españoles mis mejores deseos de paz, prosperidad y felicidad en estas Fiestas Navideñas y para el Año Nuevo 2011.


Llegamos al final de un año difícil y complejo, marcado por una crisis económica, en España y en otros países, más larga e intensa de lo esperado. En nuestro caso ha puesto de manifiesto desequilibrios y deficiencias estructurales que hemos de resolver juntos con eficacia y prontitud.
España «no puede dejar que tantos jóvenes carezcan de un trabajo»Lo más doloroso es que ha golpeado a tantos hombres y mujeres que han sufrido —en su propia carne o en sus familias— la pérdida de empleos. Los parados concentran nuestras preocupaciones; son una prioridad insoslayable. La sociedad española no puede dejar que, especialmente, tantos jóvenes carezcan por más tiempo de un trabajo. Pienso asimismo en quienes han tenido que cerrar comercios, talleres o negocios. En todas las personas que han asumido grandes sacrificios y esfuerzos a lo largo de este año: trabajadores asalariados, autónomos, profesionales, empresarios, pensionistas o funcionarios. Todos ellos merecen nuestro más amplio respaldo. Sus múltiples desvelos diarios y los de millones de familias, cuentan con nuestra mayor gratitud pues contribuyen al bien de todos.


La crisis ha requerido la adopción de importantes decisiones por parte de nuestros poderes e instituciones públicas a todos los niveles. A escala europea ha exigido concertar nuevas iniciativas. Pese a ciertos signos alentadores, todavía no se ha logrado una plena estabilización y recuperación internacional.


Es preciso seguir adelante con empeño, ganar la batalla al paro con decisión, constancia y firmeza; mejorar en productividad y competitividad, en educación e innovación; y volver a situar a nuestra economía con visión de futuro en el pelotón de cabeza, manteniendo nuestra protección y cohesión social.


Sin un crecimiento adecuado no crearemos empleo. Y para crecer como necesitamos, debemos proseguir y abordar juntos las reformas necesarias, cumpliendo además nuestros compromisos en materia presupuestaria y de déficit. Se trata de modernizar nuestro modelo productivo y de generar mayor confianza para reactivar nuestra economía, proyectando al mundo nuevos ejemplos de vitalidad y de impulso como sociedad.


«Pienso en quienes han tenido que cerrar comercios, talleres o negocios»Pudimos salir con éxito de anteriores crisis económicas. Disponemos de las condiciones y de los instrumentos necesarios para lograrlo de nuevo. Somos una gran Nación, orgullosa de su pluralidad y diversidad, integrada en la Unión Europea con la que estamos comprometidos y por la que siempre hemos apostado. Un país de personas laboriosas y creativas, con una juventud espléndida, un inmenso y variado patrimonio cultural, modernas infraestructuras y muchas empresas punteras a escala internacional.


La misma España que ha sido capaz de progresar y de superar con éxito muchas pruebas. No hemos llegado hasta aquí para dejarnos vencer por las dificultades, para renunciar a nuestras ambiciones de construir un país cada vez mejor.


Debemos desterrar el desánimo, levantar la cabeza, aunar esfuerzos y continuar la faena, conscientes de lo que somos, de lo que ya tenemos y de lo que podemos avanzar. Los nuevos tiempos requieren grandes compromisos por parte de todos. Si queremos ganar el futuro, debemos mirar más allá, estimular ilusiones y fortalecer capacidades, sabiendo que juntos llegaremos siempre más lejos. Por todo ello, para salir de la crisis y asegurar nuevos horizontes de prosperidad y de bienestar, necesitamos unidad, responsabilidad y solidaridad. Estos son los mejores aliados para vencer dificultades y alimentar nuestras esperanzas. Los mismos que han guiado a otros países.


Creo que la actual situación ha puesto de relieve lo evidente: de cómo le vaya a España depende cómo le vaya a cada uno de los españoles. Por eso, no caben actitudes individuales ni colectivas de indiferencia o de egoísmo, que a la postre nos dañan a todos. Nada que valga la pena se consigue sin renuncias y sin entrega. Es preciso fomentar el ejercicio de grandes valores y virtudes como la voluntad de superación, el rigor, el sacrificio y la honradez. Valores y virtudes cuya ausencia no es ajena al origen de la crisis, y que son consustanciales a toda sociedad justa y equitativa. En definitiva, debemos unir nuestras fuerzas para alcanzar nuevos logros colectivos, con confianza en nosotros mismos y en nuestro país, contando con la acción de nuestras instituciones en el marco de convivencia y estabilidad que asegura nuestra Constitución.
Todos, empezando por nuestros partidos políticos y agentes económicos y sociales, somos importantes para conjugar voluntades en esta dirección, con generosidad, sentido de Estado y pensando en el interés general.


Quiero reiterar esta noche que el terrorismo solo suscita condena y repudio en cuantos defendemos la libertad y la democracia. No nos debe faltar determinación para acabar con esta lacra. Honremos y arropemos con todo nuestro cariño y solidaridad a las víctimas de la violencia terrorista y a sus familias.


«No caben actitudes individuales ni colectivas de indiferencia o de egoismo»Por otro lado, continuemos prestando la máxima atención a los excluidos y marginados, trabajando por la igualdad de oportunidades y en apoyo de los discapacitados. Redoblemos asimismo esfuerzos para combatir las drogas y terminar con la inaceptable violencia de género. Y por supuesto, cuidemos más nuestro entorno natural.


Nos jugamos mucho a diario en el mundo complejo y competitivo en que vivimos. Por eso tenemos que defender el papel y los intereses de España en el plano internacional y mantener nuestros compromisos con la paz y el desarrollo de muchas Naciones necesitadas.
En este marco dirijo mi gratitud y afecto, a los miembros de nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad desplazados en otros países, que han sufrido la pérdida de compañeros que permanecen en nuestro recuerdo.


Pero el año 2010 nos deja también alegrías, realizaciones y esperanzas, incluidos numerosos triunfos inolvidables en la historia de nuestro deporte. ¡Estoy convencido de que 2011 nos aportará nuevos éxitos y avances en muchos campos!

He contado siempre, y muy especialmente este año, con el afecto de los españoles y con el activo apoyo del Príncipe de Asturias. Al expresar mi agradecimiento quiero, una vez más, asegurar que sigo y seguiré cumpliendo siempre con ilusión mis funciones constitucionales al servicio de España. Es sin duda mi deber, pero es también mi pasión.


Quiero terminar reiterando mi plena confianza en España y en nuestros ciudadanos. Confianza en nuestra capacidad y fortaleza para dejar a nuestros hijos y nietos un país cada vez mejor, con mayor prosperidad en cada pueblo, ciudad y Comunidad Autónoma. En suma, plena confianza en que seguiremos progresando. ¡Muy feliz Navidad y Año Nuevo 2011, en nombre propio y de mi Familia, a todos los españoles y a cuantos extranjeros viven con nosotros! Buenas noches.»

martes, 16 de noviembre de 2010

El SEDEF presenta la Memoria de Responsabilidad Social de Defensa

El Ministerio de Defensa es pionero en la realización de una Memoria de Responsabilidad Social Corporativa, una publicación que, ha presentado el secretario de Estado, Constantino Méndez, en la sede del Ministerio de Defensa acompañado por Juan José Barrera Cerezal, director general de la Economía Social del Trabajo Autónomo y de la Responsabidad Social de las Empresas, Eduardo Montes, presidente del Club de Excelencia en Sostenibilidad y Alberto Durán, vicepresidente ejecutivo de la Fundación ONCE.

Este proyecto responde al compromiso de comunicar a la sociedad la labor que desarrollan el Ministerio de Defensa y nuestras Fuerzas Armadas. España se sitúa, de esta manera, entre los países más avanzados cuyos Ministerios de Defensa han abordado esta iniciativa. Ejemplos de ello son Estados Unidos, Gran Bretaña o Francia.

La memoria del Ministerio de Defensa se caracteriza por los siguientes puntos:

  • Compromiso de transparencia: en su primera comparecencia parlamentaria para explicar las líneas generales de la política de defensa (30 de junio de 2008), la ministra de Defensa asumió un compromiso de transparencia que excede del que es tradicionalmente obligado en cualquier organización, incorporando como factor integrante del mismo la puesta en valor de los componentes éticos de la actividad que el Departamento y las Fuerzas Armadas llevan a cabo.
    La Memoria de Responsabilidad Social es para el Ministerio de Defensa una oportunidad de dar cumplimiento a este compromiso, dando a conocer el trabajo desarrollado y su impacto en términos sociales, económicos y medioambientales; acreditando su compatibilidad con el desarrollo sostenible, y contribuyendo a reforzar la identificación entre sociedad y Fuerzas Armadas.
  • Compromiso para el futuro: con la Memoria se plantean retos y se adquieren compromisos para el futuro, abriendo una auténtica dinámica de mejora continua en la organización.
    En tiempos de dificultades las organizaciones están más obligadas que nunca a rendir cuenta a la sociedad del uso eficiente y responsable de los recursos que gestionan y a asumir compromisos concretos con un modelo de desarrollo y gestión sostenibles.
http://www.mde.es/Galerias/_config_/destacados/docs/MemoriaRSCMinisdef2009.pdf

Fuente: MDE

domingo, 14 de noviembre de 2010

Doce años.


Además de las muchas "guerras" más o menos convencionales, aunque en esta era que nos toca vivir nada hay convencional, existen otras más larvadas donde participan soldados allí donde otros han fracasado... He aquí una de ellas, contra verdaderos ejércitos privados de desalmados.

La noticia que nos merece la reflexión sobre esas otras guerras donde participan ejércitos, y sobre el más absoluto mal que combaten, un mal bañado en el oro sangriento de la droga...

"México busca a un asesino a sueldo de tan sólo 12 años de edad.

El Ejército mexicano busca a un sicario de tan sólo 12 años. Conocido como 'El Ponchis', las autoridades mexicanas creen que es un sicario del cártel del Pacífico Sur, que presuntamente habría ejecutado, torturado, degollado y arrojado en carreteras a los que no pagaban sus deudas.

Es el miembro más pequeño y sanguinario del grupo que opera en Morelos

Según informa el diario mexicano La Razón, los informes policiales lo señalan como el miembro más pequeño de un grupo que opera en Morelos; pero también como el más sanguinario de los integrantes bajo las órdenes de un hombre identificado como Julio Jesús Radilla o Padilla, jefe del cártel del Pacífico Sur.

Dichos informes, revelan que 'El Ponchis' opera en el poblado de Tejalpa, en el municipio de Jiutepec, en Morelos. Al parecer este niño y sus cómplices reciben 3.ooo dólares por cada deudor decapitado.

Su objetivo es el de atacar y asesinar a miembros de grupos contrarios. Sin embargo, según informa el diario mexicano, cuando no encuentran a sus víctimas, raptan a otras personas y los hacen pasar como si fueran los objetivos, para recibir el dinero prometido.

El secretario de Gobierno de Morelos, Óscar Sergio Hernández Benítez, aseguró que las fuerzas del orden se están centrando en dar con El Ponchis y ha pedido la colaboración ciudadana para poder terminar con el cártel del Pacífico Sur."

sábado, 30 de octubre de 2010

La Brilat asume que tendrá que "combatir" en Afganistán

El jefe de la Fuerza Terrestre advierte de los riesgos y pide a los soldados que "extremen" la seguridad.

"Vamos a tener que combatir", advirtió ayer el coronel Francisco Rosaleny, jefe del Regimiento Príncipe Número 3, en la despedida de los soldados que partirán a partir de noviembre hacia la ciudad afgana de Qala-i-Now, donde permanecerán cuatro meses y medio en una nueva misión de la ONU en el país. Junto a los 500 efectivos del Batallón San Quintín, que asumen que por delante tienen la tarea "más compleja y dura a la que se ha enfrentado el regimiento", estarán unos 200 miembros del cotingente de la Brigada de Infantería Ligera Galicia VII (Brilat), presentes también ayer en el acto celebrado en Siero, junto con tropas de artillería, caballería, zapadores, transmisiones, inteligencia, sanidad y logística de los asentamientos de Betera (Valencia), Zaragoza y Madrid.

El teniente general Virgilio Sañudo, jefe de la Fuerza Terrestre, dedicó unos consejos a los soldados. "Evitad los excesos de confianza y extremad las medidas de seguridad. Sobre todo, respetad los derechos humanos y la legalidad vigente. Usad las armas cuando sea necesario, de acuerdo a las reglas de enfrentamiento. Intentad minimizar los daños colaterales. Sed ejemplares, que ningún español tenga que avergonzarse", señaló.

"Sabemos a lo que vamos –continuó–. Tenemos experiencia y hemos estado preparándonos seis meses. Lo que necesitamos es un poco de suerte". Junto a Sañudo estuvieron el general de división Juan Bautista García, jefe de Fuerzas Ligeras, y el general de brigada José Antonio Alonso, jefe de la Brilat.

Los soldados y familiares presentes en el acto de despedida tenían sentimientos divididos, aunque en general podía el optimismo. "Confío en que no haya bajas", dice Elvira Vaca, hermana de uno de los soldados de la unidad de caballería de la Brilat, Jesús Ángel Vaca. "Te terminas acostumbrando al riesgo –asegura él– y al final se pasa bien".

Fuente: L. Á. VEGA - LA BELGA (SIERO). Faro de Vigo

martes, 21 de septiembre de 2010

Una Historia de Guerra



Una historia de guerra de Arturo Pérez-Reverte

Alguien escribió en cierta ocasión que si una historia de guerra parece moral, no debe creerse. Y alguna vez lo repetí yo mismo. Pero eso no es del todo verdad. O no siempre. Como todas las cosas en la vida, la moralidad de una historia depende siempre de los hombres que la protagonizan, y de quienes la cuentan. Ésta de hoy es una historia de guerra, y quiero contársela a ustedes tal como algunos amigos míos me han pedido que lo haga. La moralidad la aportan ellos. Yo me limito a ponerle letras, puntos y comas.

Base de Mazar Sharif, Afganistán. Cinco guardias civiles, de comandante a sargento, perdidos en el pudridero del mundo, formando a la policía afgana. Cinco guardias de veintidós llegados hace cinco meses y medio, desperdigados por una geografía hostil y cruel, en misión de alto riesgo, en una guerra a la que en España ningún Gobierno llamó guerra hasta hace cuatro días. Los cinco de Mazar Sharif, como el resto, eran gente acuchillada, porque lo da el oficio. Sabían desde el principio que a la Guardia Civil nunca se la llama para nada bueno. Y menos en Afganistán. Si lo que iban a hacer allí fuera fácil, seguro, cómodo o bien pagado, otros habrían ido en vez de ellos. Aun así, lo hicieron lo mejor que podían. Que era mucho. Atrincherados en una base con americanos, franceses, holandeses y polacos, vivían con el dedo en el gatillo, como en los antiguos fuertes de territorio indio. Igual que en los relatos de Kipling, pero sin romanticismo imperial ninguno. Sólo frío, calor, insolaciones, sueño, enfermedades, soledad. Peligro. Los únicos cinco españoles de la base, de la provincia y de todo el norte de Afganistán.

Ellos y sus compañeros habían llegado a la misión tarde y mal, aunque ésa es otra historia. Que la cuenten quienes deben contarla. Aun así, con la resignada disciplina casi suicida que caracteriza al guardia civil, se pusieron al tajo. Como era de esperar, no encontraron la mesa puesta. Quien estuvo por esos mundos con militares norteamericanos, holandeses y franceses, sabe de qué van las cosas. Sobre todo con los norteamericanos, que tienen a Dios sentado en el hombro como los piratas llevan el loro. Para hacerse un hueco entre sus aliados, distantes y despectivos al principio, no hubo otra que la vieja receta de Picolandia: aprender rápido, trabajar más que nadie, no quejarse nunca y ser voluntarios para todo. Y por supuesto, tragar mierda hasta reventar. Y así, a base de orgullo y de constancia, poco a poco, los cinco hombres perdidos en Mazar Sharif se hicieron respetar.

Un triste día se enteraron de la muerte de sus dos compañeros en Qualinao. De la pérdida de dos guardias civiles de aquellos veintidós que llegaron hace medio año, y de su intérprete. Y pensaron que el mejor homenaje que podían hacerles era que la bandera norteamericana que ondea en la base fuese sustituida, aquel día, por la española a media asta. Eso no se hace allí nunca, aunque a diario hay norteamericanos muertos, los franceses sufrieron numerosas bajas, y también caen holandeses y polacos. Así que el jefe de los guardias civiles, el comandante Rafael, fue a pedir permiso al jefe norteamericano. Accedió éste, aunque extrañado por la petición. Saliendo del despacho, el guardia civil se encontró con el jefe del contingente francés, quien dijo que a él y a sus hombres les parecía bien lo de la bandera. En ésas apareció otro norteamericano, el mayor James, que nunca se distinguió por su simpatía ni por su aprecio a los españoles, y con el que más de una vez hubo broncas. Preguntó James si los muertos de Qualinao eran guardias civiles como ellos, y luego se fue sin más comentarios.

A las ocho de la tarde, cuando fuera de los barracones apenas había vida, los cinco guardias se dirigieron a donde estaba la bandera. Formaron en silencio, solos en la explanada, cinco españoles en el culo del mundo: Rafael, Óscar, Rafa, Jesús y José. Cuando se disponían a arriar la enseña, apareció el teniente coronel francés con sus cuarenta gendarmes, que sin decir palabra formaron junto a ellos. Luego llegaron el mayor James, el teniente Williams y veinte marines norteamericanos. Y también los polacos y los holandeses. Hasta el pequeño grupo de Dyncorp, la empresa de seguridad privada americana destacada en Mazar Sharif, hizo acto de presencia. Todos se cuadraron en silencio alrededor de los cinco españoles, que para ese momento apretaban los dientes, firmes y con un nudo en la garganta. Y entonces, sin himnos, cornetas, autoridades ni protocolo, el capitán Rafa y el sargento José arriaron despacio la bandera. Una historia de guerra nunca es moral, como dije antes. Si lo parece, no debemos creerla. Pero a veces resulta cierta. Entonces alienta la virtud y mejora a los hombres. Por eso la he contado hoy.

XLSemanal - 13/9/2010