lunes, 19 de noviembre de 2007

Como soldado me duele...

Los indigentes de las guerras de EE. UU.
Norteamérica revive el drama de los veteranos de Vietnam: uno de cada cuatro mendigos viene de las filas del Ejército
Autor:
Tatiana López Corresponsal

La escritora Karen Spears tardó 18 años en reconocer públicamente que su padre había muerto en Vietnam. Heredera de una vergüenza nacional que durante más de dos décadas condenó al ostracismo social a miles de ex combatientes estadounidenses, como tantos de sus conciudadanos, Spears alimentó con su silencio el rencor de un país incapaz de perdonar la derrota. «Había tanta presión que nos quitábamos el uniforme en el mismo aeropuerto por miedo a las represalias». El que habla es Joe Cool, veterano de la lucha contra el Vietcong; su nombre es uno de los que no aparecen en el famoso muro de los caídos, cuyo 25 aniversario se celebró el pasado sábado en la ciudad de Washington.
Construido en 1982, este simbólico mausoleo de granito negro, que sirve como descanso final a más de 58.000 almas, fue redecorado el pasado fin de semana a base de fotografías, dedicatorias y hasta latas de cerveza en homenaje a aquellos que dieron su vida por la bandera de barras y estrellas.
Celebración tardía. La fecha consiguió reunir en la capital del país a una muchedumbre uniformada que, al grito de «bienvenidos a casa», era recibida con aplausos. «Pero con 40 año de retraso», protesta desde su silla de ruedas John Papalardo, a quien una bala perdida le segó la espina dorsal recién aterrizado en Ciudad Ho Chi Minh, antigua Saigón. «Lo más triste es que con todo el tiempo que ha pasado seguimos sin tener el apoyo político, ¿tú ves alguno?», le pregunta a su mujer, que luce en la solapa una pegatina que reza: «Ni un veterano detrás».
Desamparo institucional
Más allá del carácter solidario de la frase, el eslogan recoge un debate reavivado en los últimos tiempos por culpa de las guerras de Irak y Afganistán. Tras la publicación de un estudio que asegura que al menos uno de cada cuatro indigentes ( homeless ) en EE.?UU. procede directamente de las filas del Ejército, las acusaciones de desamparo institucional han hecho mella en una Administración «a la que no le tiembla el pulso cuando se trata de financiar la libertad, pero que siempre se olvida de destinar fondos para los que la lucharon», reconoce Spears. Su libro Después de doblar la bandera ahonda en la exclusión vivida por miles de familias de ex militares en las décadas de los sesenta y setenta. Entonces, al rechazo ciudadano se unió la desidia de un Gobierno incapaz de calcular la dimensión psicológica derivada de la batalla; muchos de los combatientes de Vietnam jamás fueron diagnosticados con el «síndrome de estrés postraumático» que los arrastró de la casa a la calle (más del 60% de los homeless provienen de ese conflicto). En la actualidad es el pulso político que desde hace meses enfrenta al Congreso con el presidente Bush, el verdadero responsable de los más de 1.500 héroes sin techo que pasaron de Bagdad a la intemperie.
El enfrentamiento, a tan solo un año de las elecciones y tras el llamado escándalo del Walter Reed, que puso de manifiesto las deficiencias de decenas de hospitales militares del país, subió de tono en los últimos días, después de que Bush asegurara desde su rancho de Tejas: «El abandono de nuestros veteranos es culpa de los demócratas, quienes se niegan a mandarme una ley viable que pueda firmar». Desde la oposición afirman que sus presupuestos incluyen un incremento de casi 4.000 millones para problemas domésticos. «La mayor partida en los últimos años, a pesar de las palabras huecas de Bush», declaró la senadora Patty Murray.